Resumen
No puedo ir a Maison Heine sin pensar en Pablo, sin esperar conocerlo. Lo veo aparecer en cada rincón, saliendo de cada puerta, incluso de la puerta del baño. Lo veo lavándose las manos después de orinar. (Él lo hizo, yo no). Lo veo en la Grande Salle, cerca de la consola del sistema de sonido, o llevando un vaso de agua a la mesa donde se sentará Hélène. Lo veo en las escaleras, en las mesas de la cafetería, junto al escáner de la biblioteca. También me preguntaba si conocía a Pablo a través de Heine, o a Heine a través de Pablo. No recuerdo dónde ni cómo nos conocimos.
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