Resumen
La educación es necesaria para «dirigir con sentido la propia vida», para ser capaces de construir en tanto que ciudadanos una democracia genuina a escala local y global (Naciones Unidas), guiada por valores universales (Derechos Humanos). Asimismo, es necesario un desarrollo integral (social y económico), endógeno (capacitación), sostenible (respetuoso con la naturaleza) y, sobre todo, orientado por bases éticas y solidarias de cooperación internacional muy distintas de las de la economía de mercado. Es apremiante, como «deber global», llevar a la práctica los 8 Objetivos del Milenio, comenzando por la erradicación de la pobreza y del hambre. La miseria y la exclusión son un caldo de cultivo de donde se derivan flujos migratorios de desesperados, donde la frustración y la radicalización conducen a la tentación del uso de la fuerza: la violencia nunca puede justificarse pero debemos intentar explicarla. Contamos ya con la mayoría de los diagnósticos correctamente realizados. Los tratamientos, muchos de los cuales también ya conocemos, no deben aplazarse. Es una cuestión de voluntad política.
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